martes, 24 de enero de 2017

Descubriendo el Albayzín. Leyendas y rincones. IX. El estanque encantado.

     Esta semana retomamos la sección Descubriendo el Albayzín, con una leyenda que data de la entonces reciente conquista de Granada por parte de los cristianos, a finales del siglo XV. Se titula: El estanque encantado.

     En aquella época, fueron diversas las expropiaciones y posteriores repartos de bienes muebles e inmuebles tras la expulsión y relevo en el poder de los árabes. Entre los cristianos que entonces fueron premiados con propiedades, se encontraba un escudero llamado Martín Lozano, servidor del que sería el último maestre de la Orden de Santiago, Alonso de Cárdenas. Dicho escudero vivía en una estrecha callejuela cercana a Plaza Larga, junto a su hija María y una tía llamada Marcela. Cerca de la vivienda, se hallaba deshabitado un antiguo palacio árabe que había pertenecido a un tal Aben Munuza.

Cuesta de la Alhacaba. Autor: Claudio Landi [Wikimedia]

     Una noche, la hija de Martín Lozano se asomó a la pequeña ventana que había en su alcoba y que daba al jardín del palacio deshabitado. Lo que vió la maravilló: un jardín repleto de vida con un estanque de agua cristalina, y en el mismo, un joven y apuesto hombre. Nerviosa ante tal visión, cerró la ventana e intentó conciliar el sueño sin conseguirlo. Al despuntar el alba, quiso comprobar de nuevo si lo que había visto la noche anterior era fruto de una ensoñación o se trataba de algo real. Descubrió algo bien distinto a lo presenciado la noche anterior: un jardín abandonado e inhóspito, y una alberca sucia y cenagosa.

      Al caer el día, volvió a abrir el ventanuco y volvió a maravillarse de nuevo con otra visión bucólica del jardín. En esta ocasión, el mozo se le acercó y empezó a cortejarla, ofreciéndole todas sus riquezas a cambio de su cariño y afecto. Sin embargo, María era una cristiana devota que no podía mantener relación alguna con el infiel, por lo que con pudor rehusó sus atenciones y se retiró de la ventana. Pero a la noche siguiente la tentación pudo más y nuevamente abrió su ventanilla, siendo los encuentros frecuentes a partir de ese momento.

      Empezaron entonces a correr rumores por el Albaicín de que se oían extraños ruidos en la Casa del Moro, como la nombraban en el barrio, por lo que su padre Martín decidió vigilar para averiguar que pasaba, pero solo encontró a su hija durmiendo en la cama. Por lo que tanto el padre como la tía, llegaron a la conclusión de que todo era obra de los espíritus.

      Un día, el escudero quiso casar a su hija María con un conocido del barrio. Ella temerosa de perder a su amante nocturno, le explicó a este los planes casaderos que le tenían preparados. El joven la tranquilizó diciendo que se encargaría de que dichos planes no llegaran a buen puerto. Pero los días corrieron, y la noche anterior al día fijado para la boda, tuvo lugar una celebración previa en casa del escudero. Entonces se produjo un fuerte movimiento sísmico que hizo que se derrumbara parte del palacio, quedando al descubierto el jardín misterioso con su prístino estanque y un guerrero de reluciente armadura. Una fuerza misteriosa atrajo a María hasta el palacio, su padre Martín y su tía, y nunca más se supo de ellos. Al día siguiente, tanto la casa del escudero como el palacio del árabe estaban derruidos por completo. La alberca quedó igualmente destruida y solo se mantuvieron en pie unos pocos vestigios de su antigua presencia. Desde entonces se le llamó el Estanque encantado.

     Se cuenta que el pobre novio sintiéndose burlado, ingresó en una orden religiosa para consagrar su vida a Dios.

     También se rumorea, que tanto los amantes como el padre y la tía, salieron por un camino subterráneo debajo de dicho estanque, marchando a las Alpujarras.


Plaza Larga. Autor: Jeny [Wikipedia].

¡Feliz semana!

E. Capel

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