1. No dejar para el lunes las cosas, mejor las planteo un domingo y
así tengo un día más para aplazarlas. No hay nada como una buena planificación.
2. Que el frío no me venza en mi cruzada
anti-michelines para salir a andar, deporte supremo de jubilados, gente a la que no nos gusta sudar con gente ajena alrededor en un recinto cerrado y familias domingueras.
3. No dejarme seducir tanto por los ojitos
amorosos del chocolate, dulces y sucedáneos. A Mafalda pongo por testigo que no os abandonaré, pero debo empezar a tomar un poco
de distancia entre nosotros, por mi salud y mi futura diabetes en la
ancianidad.
4. El inglés… el maldito inglés.
Tengo dos opciones: urdir maléficos planes para que España vuelva a ser la
primera potencia mundial, imponiéndose así el español como primera lengua
oficial planetaria; o retomar por milésima vez el idioma de Elisabeth Queen II, aunque
espero que no tengamos que llegar a entendernos mutuamente en un futuro, a la pobre mujer podría darle un sofoco monárquico.
5. Sonreír más. Creo que nunca es
suficiente y se me olvida con frecuencia.
6. Visitar y llamar con más frecuencia a
mis mayores. No me
gusta pensarlo mucho, pero siendo objetivos, en 20 años no estarán en este
mundo y hay que aprovechar todo lo que se pueda el tiempo, para disfrutar de su compañía e historietas fascinantes.
7. Aprender a relajarme. Ja… Es un planteamiento como otro cualquiera, así que tampoco nos pongamos serios. Decirme que me relaje, es como pedirle al mundo que no haya guerras e injusticias: se puede mejorar, pero no eliminar del todo.
+ No tomarme demasiado en serio esta lista (excepto el punto 6). Por tanto asumo que mi trasero tiene un estándar más ancho que la media y que hay cosas que suceden en el mundo sin que yo pueda controlar, pero lo que esté en mi mano puedo mejorarlo, solo que hay veces que necesito intentarlo un poco más.
¡Sed felices y feliz año!
Fuente: Quino. |