sábado, 28 de marzo de 2020

Sábado, 28 de marzo de 2020

Nuestros abuelos veían como rapaban a sus mujeres o se llevaban a sus vecinos arrestados, muchos de ellos con su fin escrito a fuego en las cunetas o las tapias de los cementerios.

Hoy somos nosotros los que los ven a ellos salir en un féretro sellado de sus casas o las residencias, llevados por personas vestidas con el nuevo traje de la parca.

Morimos solos, pero en la agonía y el consuelo final está vetada la compañía de una cara amada. Después llegan los de desinfección, dejando al terminar aun más silencio y soledad.

Fuente: Youtube.

viernes, 27 de marzo de 2020

Viernes, 27 de marzo de 2020

El día anda escaso de horas en esta casa. A cada rato los niños demandan nuevas actividades, y a veces me cuesta mantener el ritmo. Termino a media noche para sentarme frente al ordenador y organizar las "clases" del día siguiente, ver ideas, juegos, canciones..., y sacar algo para estar conmigo misma.

Durante el día nos obligo a seguir ciertas rutinas, como horarios de comida y sueño, y otras más movibles pero ya establecidas, como ejercicio, juegos, fichas... Sin embargo, la sensación de irrealidad es patente. Esta pesa más a las 19:58 frente a la ventana.

No sé si ya lo dije antes, pero dejé de poner las noticias hace días, solo leo algo por la noche para saber como evoluciona la Tercera ahí fuera. Le llamo la Tercera desde que empezó la cuarentena, porque pese a no ser una guerra convencional, hay muchas similitudes con las dos anteriores. La primera es obvia, es esta una crisis sanitaria global. En segundo lugar, hay un frente con soldados-sanitarios que a pesar de intentar salvar vidas en vez de aniquilarlas, van a las trincheras escasos de munición, a los cuales habría que cuidar de su salud mental, especialmente cuando las aguas estén algo más calmadas, porque quedará bastante tocada. Por otro lado, la economía se ha desplomado y ya a nadie se le escapa que esto no será una simple recesión pasajera. Además, mucha gente se quedará en el camino, al margen de ayudas estatales o de cualquier administración pública, esto añadirá pobreza a la ya existente y desembocará en inevitables conflictos sociales.

Evidentemente, habrá dos damnificados más además de los afectados por el virus evidentemente: el planeta y la crisis medioambiental que venimos arrastrando desde hace demasiado; y a un nivel más mundano aun, la clase media que suele ser diezmada o terminar siendo testimonial a medida que todo vaya cayendo como un castillo de naipes, sino lo está haciendo ya en estos momentos.

Todo lo anterior está sazonado con sabores nuevos como la evidente globalización, la digitalización (que no olvidemos que no ha llegado a muchos países del tercer mundo, y ellos si que van a vivir un drama dantesco), el acceso y exceso de información y, por supuesto, papel higiénico suave y con doble capa. Ni siquiera tenemos hoy, el consuelo de dirigentes nacionales o supranacionales que estén dando la talla y sepan ser un referente en la deriva. 

Me dejaré mil detalles y factores en el camino, todo esto es solo una percepción empírica personal sin ningún valor científico, ni un aval de gráficos y medidores cuantificables, pero ahí está la Historia para revisarla en días de confinamiento. 

Entonces paro y me digo que también hay pequeños destellos de luz en la vida cotidiana que la hacen a esta más llevadera. Esos vecinos con un puesto de fruta y verdura en el mercado, que te dejan a la puerta de tu casa bolsas llenas de bondad sin pedir nada a cambio; esas llamadas interminables a mi madre y mi suegra (me cayó la primitiva con ellas), donde da igual la hora, no vamos a salir hija; el tiempo con los peques, los mejores profesores de vida que existen, esa capacidad de adaptación y resiliencia ya la quisiéramos los adultos, ese seguir riendo y jugando con todo un futuro por delante. Y claro está, pensar que a pesar de todo, somos afortunados y repetirlo cada día siendo conscientes.

Me quedó muy largo y un tanto "intensito" lo de hoy. Mi cuenta atrás es hasta el día que encuentren una vacuna o un fármaco que consiga curar la neumonía. Un día menos el de hoy.


domingo, 22 de marzo de 2020

Domingo, 22 de marzo de 2020

Antes de ayer empezó la primavera. Y recordé este poema que descubrí cuando tenía veinte años y estaba más tierna que un cordero lechal. Es del dramaturgo alemán Bertolt Brecht y se titula: "Preguntas de un obrero que lee".


¿Quién construyó Tebas,
la de las Siete Puertas?
En los libros figuran
sólo los nombres de reyes.
¿Acaso arrastraron ellos
bloques de piedra?
Y Babilonia, mil veces destruida,
¿quién la volvió a levantar otras tantas?
Quienes edificaron la dorada Lima,
¿en qué casas vivían?
¿Adónde fueron la noche
en que se terminó La Gran Muralla, sus albañiles?
Llena está de arcos triunfales
Roma la grande. Sus césares
¿sobre quienes triunfaron?
Bizancio tantas veces cantada,
para sus habitantes
¿sólo tenía palacios?
Hasta la legendaria
Atlantida, la noche en que el mar se la tragó,
los que se ahogaban
pedían, bramando, ayuda a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India.
¿El sólo?
César venció a los galos.
¿No llevaba siquiera a un cocinero?
Felipe II lloró al saber su flota hundida.
¿No lloró más que él?
Federico de Prusia
ganó la guerra de los Treinta Años.
¿Quién ganó también?
Un triunfo en cada página.
¿Quién preparaba los festines?
Un gran hombre cada diez años.
¿Quién pagaba los gastos?
A tantas historias,
tantas preguntas.

P.D.: Ayer hicimos un bizcocho de chocolate con ganaché. Misma receta del bizcocho de limón, pero sustituyendo por cacao en polvo. Mañana tocan lentejas en casa y bailar al ritmo de Gloria Gaynor y compañía, para combatir la pereza.

viernes, 20 de marzo de 2020

Viernes, 20 de marzo de 2020

Me he dado cuenta que me ha dado por limpiar compulsivamente. Como dice la buena de mi amiga Pili, la salud mental peligra mucho estos días.

Lo más difícil por ahora, está siendo lidiar con uno mismo y a un tiempo intentar explicar la situación e intentar estar serenos por y para los niños. Son aun muy pequeños, pero no lo suficiente como para no darse cuenta de los cambios. Me alegra que al menos no estén solos, ahora no lo saben, pero son un regalo el uno para el otro, para toda la vida.

Hoy se hizo más gris y espeso el día. Habrá de todo.

Fuente: Youtube


jueves, 19 de marzo de 2020

Jueves, 19 de marzo de 2020

Hoy es el Día del Padre. No necesito una pandemia para acordarme del mío y quererlo, pero si es cierto que lo pienso más debido a estas circunstancias que nos ha tocado vivir a todos.

Mi padre siempre ha sido un poco "personaje", todo el que lo conoce sabe a que me refiero. Su capacidad para rebautizar cosas y situaciones con nombres o frases inverosímiles es pasmosa, por ejemplo. Deberían de contratarle para nombrar operaciones policiales secretas, cometas, asteroides y fenómenos meteorológicos, no se arrepentirían.

Es de las personas más currantes que he conocido nunca, pesimista, irónico y arisco, es un padrazo aunque esquive las muestras grandilocuentes de cariño y efusividad. También es un abuelazo, sus mayores fans son mis hijos.

A todo esto hay que agregarle la gran suerte que tiene, al estar rodeado de una mujer que vale un Potosí e hijas (insertar aquí tres o cuatro guiños).

Un beso grande de los que no podemos darnos ahora, pero que te llegarán igual si lees esto.

Fuente: Youtube.

P.D.: Hoy mis minis ayudantes hicieron en cocina unas campurrianas caseras de chocolate y naranja, con lo que había de fondo de armario. Pero la receta original es de Webosfritos. Como veréis, el resultado ha sido completamente diferente. Pero fue la inspiración, digamos.

CAMPURRIANAS CASERAS DE CHOCOLATE Y NARANJA (O TAMBIÉN LLAMADAS GALLETONES)

Ingredientes:
- 150 gr de azúcar moreno.
- 40 gr de aceite de oliva suave.
- 1 pizca de sal.
- 1 huevo grande.
- 170 de harina de trigo.
- 1 cucharadita de levadura tipo Royal.
- Ralladura de naranja al gusto.
- Tres onzas de chocolate para fundir.

Elaboración:

Agregar en un bol el azúcar y el aceite y mezclar con una espátula. Añadir el huevo y repetir acción. Después tamizar la harina, la pizca de sal, la ralladura de naranja y la cucharadita de levadura. Mezclar bien durante un buen rato. Agregar el chocolate en trocitos o en el formato que se desee.

Hacer una bola con la masa y envolver en plástico transparente. Dejar reposar al menos 15 minutos en el frigorífico.

Preparar una bandeja de horno con papel de horno y precalentarlo con calor arriba y abajo unos 180 grados.

Pasados al menos esos 15 minutos, hacer bolas del tamaño que se desee, eso sí, tened en cuenta que debe haber espacio entre ellas.



Hornear unos 13-14 minutos. Deben quedar crujientes por fuera, y un poco blandas por dentro, hay que tener cuidado con los tiempos, si te pasas, se quedarán muy duras. Ir introduciendo un palito casi al final para comprobar la consistencia.






miércoles, 18 de marzo de 2020

Miércoles, 18 de Marzo de 2020

He preferido esta vez poner el día también, porque pensaba que hoy era martes.

Espero que no llueva y los niños puedan salir al patio a orearse. He sido incapaz de retomar lecturas, pese a que lo he intentado cada noche, pero lo que me preocupa en algo más de proporción es el absurdo humano. Que los supermercados estén arrasados cuando el abuelo P y muchos como él, sino dan baja por el dichoso virus lo harán de cansancio, hacen que el flujo de suministros sea imparable y constante, no tiene ninguna explicación lógica en mi cabeza. El personal debe de tener despensas y frigoríficos del tamaño de una pirámide egipcia, con sus zonas comunes incluidas. He maldecido alto en mi cabeza, debo reconocerlo.

Unas tres o cuatro veces a lo largo del día, se escuchan desde casa las sirenas de las ambulancias, que circulan casi todas por la calle principal o aledaños. No hay tráfico, pero supongo que será ya mezcla de costumbre y recordatorio de lo que sucede ahí fuera, que esto no es un simulacro.

Hoy Petete y yo hemos terminado el regalo para el Día del Padre que es mañana. La Pequeña Señora también ha hecho su propio DIY.

P.D.: La entrada de ayer la acabo de editar con la receta del bizcocho de yogur y limón.




martes, 17 de marzo de 2020

17 de marzo de 2020


He tenido que pensar un rato la fecha. Creímos que no nos tocaría. Los días empiezan a mostrar poco a poco la magnitud de lo que se avecina, y el horizonte no es optimista.

Cada mañana intentamos seguir cierta rutina: levantarnos a la misma hora, vestirnos, dar los buenos días con una sonrisa a los niños (bendita y maravillosa capacidad de adaptación la que tienen estos pequeños duendes); planificar el menú diario, que nuevo rincón de la casa limpiaré con lejía y a quien llamar hoy. Nunca estuvimos tan cerca y tan lejos de los que queremos.

Dicen que la vida sigue siempre pese a los obstáculos. La vida en este caso es una suerte de lotería. Pero sí, pese a nosotros mismos, me temo que sigue aunque un poco irreal, para ser sinceros.

Aun tengo la sensación de que la gente no se toma en serio las palabras emergencia sanitaria y pandemia.

En esta carrera de fondo habrá tiempo para todo: retractarse, llorar, reír, amar (¿cómo se puede amar sin tocar? Los Mediterráneos no sabemos amar sin el tacto); añorar, perder la cordura, recuperarla, desesperarse, serenarse y mirar al cielo, coger aire, cerrar los ojos. Será un gesto reflejo para tomar impulso, creyendo erróneamente que despertaremos, que esto no es real.

Ayer hicimos Petete y yo un bizcocho de yogur y limones del jardín de los abuelos. Sabe a familia y hogar.

P.D.: También la batería de mi móvil decidió dejar de funcionar, ni ella soporta ya tanta intensidad. Veremos si podemos recuperarla.




BIZCOCHO AL YOGUR CON GLASEADO DE LIMÓN

Ingredientes:
- 1 yogur.
- 1 medida (con el envase del yogur) de aceite de olive virgen suave.
- 1 medida de azúcar.
- 3 medidas de harina de trigo.
- 1 sobre (16 gr.) de levadura en polvo tipo Royal.
- Ralladura de 1 limón.
- Zumo de 2 limones.
- 200 gr. de azúcar glas.

Elaboración:

Precalentar el horno con calor arriba y abajo a 180 grados. Coger un bol y agregar el yogur, los huevos y el azúcar y batir. Agregar después la levadura batir, la harina tamizada y volver a batir, y por último el aceite, y repetirlo. Por último, agregar al gusto y mezclar bien la ralladura de limón.

Cuando quede una masa homogénea, agregarla a un molde con papel de horno o engrasado. Horrnear unos 30-35 minutos dependiendo del horno. Cuando está casi, siempre lo dejo 5 minutos aproximadamente con el horno apagado y terminando de hacerse con el calor residual.

Mientras se hornea el bizcocho, hacer el zumo de limón e ir agregándolo al azúcar glas, para ir regulando la consistencia e intensidad. Reservar.

Con el bizcocho sacado del horno y algo más templado, hacer agujeritos con un palito o con lo que tengas a mano. Agregar el glaseado al gusto. A nosotros nos salió algo liquido y añadí solo un poco, lo justo para que quedara un bizcocho semi húmedo.

Si se desea y como presentación agregar azúcar glas por encima cuando haya enfriado un poco más para que el bizcocho no se lo "chupe".

A disfrutarlo.


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