Siempre bromeamos que pasaremos juntas la vejez en la misma
residencia, convencidas de que alcanzaremos la longevidad de los abuelos.
Mientras llega el momento de las partidas de cartas interminables y las
pastillas de Sintrom para el corazón, me gusta pensar que disfrutaré
indefinidamente de tus guisos, de nuestras conversaciones sobre lo material e
inmaterial y, que nos queda aún mucho por delante para disfrutar la una de la
otra.
Gracias por tantas cosas... lo siento por esa fase tan gris oscura que fue mi adolescencia.
Te quiero, E.
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