martes, 20 de diciembre de 2016

Descubriendo el Albayzín. Leyendas y rincones. IV. Palacio de Dar al-Horra.

      En esta cuarta entrega volvemos con uno de los palacios con más historia de Granada, con permiso de la Alhambra, que a pesar de que lo conozcamos actualmente por un solo nombre, ha tenido muchos apelativos a lo largo de su existencia: el Palacio de Dar al-Horra.

      A las espaldas del Convento de Santa Isabel la Real, en el Callejón de las Monjas, se ubica este palacio que significa Casa de la Libre o Casa de la Señora. Propiedad de la sultana Aixa, que habitaría allí tras la humillación vivida (cuando su marido Muley Hacén centró toda su atención en la cristiana Isabel de Solís -más conocida como Zoraya-), se edificaría encima del palacio del emir Badis.

Vista del Palacio de Dar al-Horra. Autor: Pepepitos (Wikimedia).

       Dicho emir, Badis ben Habús al-Mansur, fue el tercer monarca zirí, que reinaría entre el año 1038 y el 1073, no solo modernizando la ciudad de Granada con mejoras como el sistema de alcantarillado, sino que además se ocupó de ampliar la muralla para proteger las nuevas zonas de expansión urbana,  favorecida por el  aumento en el número de hospitales, baños, mezquitas y escuelas. En esta época, también se edificaron muchas viviendas de importantes familias musulmanas cerca de este palacio real.

      Se cuenta del rey zirí, que mandó colocar en su tejado una gran escultura metálica con forma de guerrero, el cual llevaba una lanza en la mano, que funcionaba a modo de veleta, virando hacia donde soplara el viento. Esa misma escultura fue utilizada por el rey como analogía para explicar a su pueblo que había que vigilar desde donde podían venir los enemigos, como aquel guerrero metálico. Sin embargo, para el pueblo esa veleta se parecía más a un gallo, de ahí que se conociera al palacio como la Casa del Gallo Viento.

Interior del Palacio de Dar al-Horra. Autor: Landahlauts (Flickr).

   
  Con la dinastía nazarí (1238-1492) se traslada el Palacio Real a la Alhambra, perdiendo así algo de la importancia que había tenido con los ziríes. Con la posterior llegada de los cristianos, los Reyes Católicos se lo entregaron a Hernando de Zafra, integrándose posteriormente al Convento de Santa Isabel la Real. Se construirían diferentes viviendas, siendo una de ellas una fábrica para hacer telas para velas de barcos que dejó de funcionar en el siglo XIX, por lo cual el palacio sería rebautizado nuevamente como la Casa de la Lona

      Finalmente, a principios del siglo XX, la construcción pasó a ser de titularidad estatal, y restaurada a lo largo de la centuria para recuperar parte del aspecto originario que había perdido con el tiempo.

      Hasta la siguientre entrega y feliz semana.

E. Capel



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