martes, 23 de abril de 2013

Las flores de la guerra


Que llorera… Acababa de terminar de leer Las flores de la guerra de Geling Yan, y que llorera…

Hace poco se estrenó (por desgracia, si no vives en Madrid no podrás ir a la sala de cine a verla) la adaptación cinematográfica de manos del director Zhang Zimou (La linterna roja, La casa de las Dagas Voladoras o Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos).

Estando un día en una gran superficie me topé con un librito de bolsillo a buen precio (quien no lee muchas veces es por pereza, porque si no se recurren a este tipo de libros a buen precio, están las bibliotecas públicas con buenos títulos, y totalmente gratuitos). Lo cogí como lectura “ligera” de vacaciones de Semana Santa, y de ligera tiene bien poco.



                      YAN, Geling. Las flores de la guerra. Punto de Lectura, 2013.


Se pueden leer varias reseñas por la red. En esencia, la trama se sitúa en 1937 durante la salvaje ocupación del ejército japonés a la ciudad china de Nanjing, en aquel entonces, capital de la República China y actualmente de la provincia de Jiangsu, al este del país.  Esta ocupación, es llamada como la Masacre de Nankín o Violación de Nankín, dentro de la Segunda Guerra Chino-Japonesa, donde el Convenio de Ginebra en lo relativo a los prisioneros de guerra, brilló por su ausencia.

      La obra se centra en una iglesia católica estadounidense a cargo del sacerdote Engelmann, quien vive con un cocinero local y un ayudante criado en China, pero de familia italo-americana. En un principio, deben esconder a un grupo de colegialas, en su mayoría huérfanas, de la invasión, a la espera de ponerlas a buen recaudo cuando termine de restablecerse el orden en la ciudad. Pero todo se complica cuando un grupo de prostitutas decide refugiarse en el sótano de la iglesia. Entretanto, tres soldados del ejército chino que se encuentran malheridos, tampoco tienen más opción que refugiarse en aquel oasis aparentemente neutral si quieren sobrevivir.

     Si tuviera que definir esta historia en dos palabras, emplearía: naturaleza humana. Por diversos motivos. Todos quieren salvar el pellejo y en su forma de pensar y actuar, no hay buenos ni malos, hay personas que actúan según sus circunstancias, carácter, edad y cultura. Personas que les toca vivir en un momento difícil, exageradamente difícil. Al final me quedo con un pensamiento flotando en mi cabeza: se pueden salvar vidas humanas, pero, ¿es posible salvar el alma o el espíritu después de tanta barbarie?

     El libro, a pesar de su crudeza, se limita mucho a la hora de describir las atrocidades cometidas en aquellos días en la ciudad de Nanking por el ejército japonés. No eran solo violaciones y asesinatos, era la forma tan descarnadamente cruel con que se cometían tales acciones.

      Y como siempre me ocurre, me he zampado su película correspondiente y el documental Ciudad de Vida y Muerte, de los cuales hago una advertencia: abstenerse corazones sensibles.

                            Trailer Ciudad de Vida y Muerte, 2009.

Frase del día. ¿Qué es la muerte? Si todavía no sabemos lo que es la vida, ¿cómo puede inquietarnos el conocer la esencia de la muerte? Confucio.

¡Feliz día del libro!



¡FELIZ DÍA DEL LIBRO!

Y para empezar bien el día, subiré una pequeña reseña de un libro que leí hace poco, inaugurando así, una nueva sección: Lecturas.

miércoles, 17 de abril de 2013

Sobre la tele de mi infancia.


Haciendo recuento mental de toda la basura televisiva que he absorbido en mi vida, sin duda, es en mi más tierna infancia donde más horas he gastado embobada, literalmente, frente a la “caja tonta”. Recuerdo series, dibujitos, alguna película… pero sobretodo, sobretodo, los anuncios. Para una persona como yo, que como afirma el Señor NP, posee la retención memorística de un rape (pobres peces), ese momento de publicidad con anuncios breves, canciones pegadizas y algún eslogan característico era la clave para que pudiera recordarlos. Es innegable que uno hecha el rato en estas cosas la mar de a gusto (debería de perder menos el tiempo en estas cosas, sospecho que es inherente a mi persona. Mal asunto…).

 (AVISO: se incluyen varios videos en esta entrada).

Buscando los anuncios de la década en que nací, he encontrado varias perlas, prometo poner solo dos. 


                                  Vídeo 1991 anuncio miko

¡Los Miko lápiz! Si inventaran la forma de contar todos los una persona es capaz de ingerir a lo largo de su vida, me saldrían tropecientos.

                Vídeo Anuncio mítico bollycao la merienda ideal 80’s

Como me gustaban los bollycaos, y como mi madre sabiendo que muy sanotes no eran, me los restringía sabiamente. Eso sí, cuando abría la veda elegía los bollycao bombón, rellenos y cubiertos de chocolate…. Sí, era una “zampabollos” de carnet. Sobre todo, cuando escondía mi madre las famosas conchas Codán, que rebuscaba y zampaba en secreto en la hora de la siesta. Sí madre, sé que estás leyendo esto, como también sé que posiblemente ya sabías de mis saqueos en aquella época… como no saberlo, ese cuerpo “serrano” no estaba así de aspirar aire.


                            La foto del pecado…

Existen infinidad de vídeos y referencias en la red como digo, de viejas glorias televisivas. Solo estaba nostálgica y quería hacer mi pequeño y humilde homenaje a esos recuerdos. A continuación, una pequeña selección personal que por diversos motivos marcaron mis finales de los 80 y principios de los 90:

1.                          Verano Azul. Una navidad, sin previo aviso, sin sospecha alguna, apareció entre mis regalos de Reyes la colección completa. Uno de los mejores regalos que he recibido, claro está, junto al libro o libros que espero cada año como un ritual. Como un ritual también, era el regreso de la playa a casa casi todos los veranos a la misma hora, porque a las 20:30 aparecían Piraña y compañía en la 2.



2.                          La casa de la pradera. Serie familiar donde las haya. Recuerdo verla con mis padres en el piso antiguo. Era todo un culebrón. Nunca olvidaré el día en el que de pronto, Laura la hija menor de la familia, se despierta por la mañana y descubre horrorizada que estaba ciega. Menudo susto, pensaba que eso ocurría con frecuencia…  



3.                          Barrio sésamo. No hay mucho que añadir de este programa… adoración de cualquier niño o niña que roce o luzca las tres décadas malditas.



4.                          Los mundos de Yupi. No dejaba de ser la imitación española de Barrio Sésamo. Curioso es, que se me haya quedado grabado en la cabeza el episodio en el que encuentran a dos niños vagabundos y les quitan la roña a base de bien… O al menos eso fue lo que se me quedó grabado en mi cerebro infantil. No entendí bien el mensaje que querían transmitir, quizá debiera visualizarlo de nuevo.



5.                          Sailor Moon. Hay tantas series animadas que ví en mi infancia… Pero este fue el primer anime que recuerdo. Súper ñoño hasta decir basta. Más de una década después lo volví a visualizar y aunque sigue siendo pasteloso y absurdo en algunas muchas partes, me trae buenos recuerdos y lo disfruté mucho. Aunque prefiero el manga. Por supuesto, yo me identificaba con la vaga y miedosa de la protagonista, la princesa Luna… madre mía los flequillos horrorosos que me hacía para parecerme a ella. Y que ganas de hacer el payaso… eso por lo visto no ha cambiado mucho. 



6.                          Heidi y Marco. Dos series de cuando era muy pequeña, muy pequeña... Las pongo juntas porque para mí son indisociables. No añadiré mucho de la trama. Solo que la amiga de Heidi, Sara me parecía una mojigata consentida y que lloré mucho con Marco... que desesperación buscando a su madre. Para mí esta última serie fue más "dura" y sufrida que ver la muerte del rey Mufasa, padre de Simba en el Rey León. Por cierto, que me quedaba tan absorta viendo estos dibujos, que mi madre tenía que darme de comer porque se me olvidaba... Era muy pequeña, porque no recuerdo que tuvieran que insistir mucho para que comiera excepto en aquellas ocasiones.





7.                          El Rey León. Fue la primera película que vi en el cine. Fue gracias a una excursión con el colegio. Hay muchos más largometrajes de Disney que me gustan, pero de está guardo sobre todo, ese buen recuerdo de la primera vez en una sala de cine. Bueno, y Timón y Pumba, dos grandes secundarios.



8.                          Los Goonies. Peliculón donde los haya. Hay de todo: malos, monstruitos entrañables, el gordito de la pandilla, la parejita,  el barco pirata con su correspondiente tesoro, misterios… Lo dicho, un peliculón. Me quedo con la confesión de Gordi XD.


9.                          ET. Otro peliculón. Mil y una veces la habrá visto (sí, lo sé, tiendo a la exageración mil veces por minuto, pero es cierto que la he visto muchas veces). Deseaba encontrarme a un extraterrestre para esconderlo, aunque en mi habitación no entrara un alfiler, ya le hubiese encontrado un hueco en la terraza junto a la  “mini-isla” de plástico de las tortugas.




Por ahora pararé, pero hay miles de programas, series, dibujos, anuncios… A ver si os animáis y ponéis muchos más. 



lunes, 8 de abril de 2013

La Huerta de San Vicente y Lorca en mi memoria.


El primer recuerdo consciente que tengo del poeta granadino fue bastante tardío, en mi época de instituto, a los 17 años. El profesor de Lengua y Literatura nos mandó leer Bodas de sangre. Al morbo de leer una obra basada –si bien, libremente- en hechos sucedidos en la zona de Níjar (Almería), se unió la forma de escribir de Lorca y los elementos donde, si se ha crecido, nacido o se conoce bien el sudeste de España, se puede identificar fácilmente la cotidianeidad de esta tierra.

Accedí a la universidad y pocas lecturas “ociosas” tuve entonces, entre el organismo obsoleto que representa para mí la institución universitaria y mi mente cuadriculada en aquel momento, mi vida y mis estanterías se llenaron principalmente de manuales académicos. Ahora sé que podría haber distribuido mi tiempo de lectura de una manera más eficiente, entretenida y práctica.

El caso es que cuando llegué al posgrado y tuve que elegir tema para tesina-proyecto final, me decanté por el mundo de las casas museo, esos pequeños grandes museos desconocidos en nuestro país, el por qué… me reservo por ahora mi opinión al respecto, pero tiene que ver no tanto con su escasa financiación –que también-, y sí en cómo no han sabido darse a conocer entre el público, puesto que todo lo que rezume “modernidad” o nuevas tecnologías, es contrario a su forma de proceder. No es una opinión subjetiva, desgraciadamente lo he experimentado en primera persona. 


Una de las primeras casas museo que ya conocía fue la de Federico García Lorca en la Huerta de San Vicente, actualmente integrada en el casco urbano de Granada, dentro del parque que lleva el nombre del poeta. Antaño la ciudad se encontraba mucho menos urbanizada, y este tipo de viviendas –no era la única en los alrededores-, servían como descanso estival para las familias más pudientes.

Familiares y amigos de Federico García Lorca en la Huerta de San Vicente, Granada 1931. 
(Foto: Archivo de la Fundación Federico García Lorca).


Fue comprada por el padre de Federico en 1925 y habitada hasta el estallido de la Guerra Civil Española, en el año 36. Se llamó la Huerta de San Vicente, en honor a Vicenta, la madre de Federico. 

Desgraciadamente, la importancia de esta vivienda viene dada por el papel que tristemente representó en los días previos al asesinato de Lorca. No me apetece extenderme mucho más en sus últimos días, ya se ha derramado demasiada tinta, no es el tema de este post.

Aunque en la casa, el poeta y su familia pasaron solo temporadas, en ella escribió obras como: El Diván del Tamarit, Romancero Gitano, Poema del Cante Jondo y Bodas de sangre, una de mis favoritas. 

Zona trasera de la Casa Museo de Federico García Lorca en la Huerta de San Vicente en Granada, febrero  2011. (Foto: Eva Capel)
La familia logró exiliarse a Estados Unidos como muchos saben. Regresarían a Granada en 1953, arreglando la Casa y pasando de nuevo temporadas en ella, hasta que finalmente en 1984 (me gusta mucho este año… por diferentes motivos que no vienen al caso) fue vendida al Ayuntamiento de Granada de quien depende desde entonces. Se abriría al público como Casa Museo en 1995.

Parte del mobiliario que se conserva dentro de ella es original. A pesar de que la visita es obligatoriamente guiada –dura aproximadamente una media hora-, de que no se encuentra abierta a la visita pública en su totalidad (puesto que en la casa de los caseros que cuidaban la propiedad, se encuentra el área de servicios del museo –información, despachos, dirección-), y de que el paisaje que la rodea ya no es lo que era, la Casa posee un grandísimo valor en sí misma al albergar obras de arte contemporáneas a Federico y una sala de exposiciones con documentación procedente de la Fundación Federico García Lorca, compuesta por cartas, postales o carteles, que suele ser rotativa y que evoca el contexto y la privacidad cotidiana del poeta granadino. Entre esas obras de arte que comentaba, se encuentran las del propio Lorca, de Rafael Alberti o de Antonio Martín. 

El precio por el momento: 3 euros. Con descuento: 1 euro. Los miércoles no festivos la entrada es gratuita. 

El horario de visita depende de la época del año. En su web se puede encontrar esta y otra información relativa a la Casa: http://www.huertadesanvicente.com/index.php

No me canso de ir… cuanto echo de menos el interminable Proyecto Final. Al menos siempre me quedarán las Casas Museo para visitarlas, si alguna fuerza divina o terrestre no les da por aniquilarlas de la faz de la tierra (hoy no me hagáis caso, estoy más catastrofista que de costumbre).

Nota: Siento ponerme “seria” en estos últimos post, pero me llegó una crítica constructiva (o de-constructiva  según se mire) no hace mucho sobre la superficialidad con que trato algunos temas y de paso, un encargo en el que ando “investigando” para publicar en el blog.


Frase del día: Lo que yo hago ahora, lo que puedo hacer, es recordar. A veces el recuerdo aparece claro, transparente; otras, en cambio, surge como en una nebulosa, lo que tan bien llamó Gabriel Miró el “humo dormido”. Recuerdos míos. Isabel García Lorca.

Canción del día: Romance Sonámbulo cantado por Ketama y Manzanita. Esta para ti NP, que sé que es tu poema favorito de Lorca.


Fuentes:
- CAPEL GIL, Eva. “Las Casas Museo Lorquianas: análisis y propuestas para el futuo”. Directora: Ana Yáñez Vega. Tesina. Universidad Complutense de Madrid, 2012.
- GARCÍA LORCA, Isabel. Recuerdos Míos. Barcelona: Tusquets, 2002.
- GIBSON, Ian. El asesinato de García Lorca. Barcelona: Plaza y Janés, 1996.
- GIBSON, Ian. El hombre que detuvo a García Lorca. Ramón Ruiz Alonso y la muerte del poeta. Madrid: Santillana Ediciones Generales, 2007.
- POZO FELGUERA, Gabriel. Lorca. El último paseo. Granada: Editorial Almed, 2010.

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