Por lo general, suelo soñar bastante. Es decir, recuerdo con bastante
facilidad lo que sueño: pesadillas, preocupaciones cotidianas, anhelos, incluso
sueños algo difusos que podría atreverme a calificar como especies de
premoniciones, o incluso visitas de algún familiar cercano, convirtiéndose en
sueños realmente vívidos. No me importa si los demás no me creen, estoy
convencida de que los sueños son tan importantes como un psicoanalista o un
buen helado de chocolate para ayudarnos a sobrellevar esta enredada vida.
Podría hablar largo y tendido de los sueños y de la íntima
relación entre estos y algunas personas de mi familia, pero lo dejaré para otro
momento, si la ocasión lo permite. Si bien no me creo todo lo que nuestro
subconsciente nos quiere decir, si les tengo cierto respeto a los sueños
recordados, solo hay que saber interpretarlos, y ahí reside la trampa a mi modo
de ver, ¿cómo saber si la interpretación que hacemos de ellos es correcta y
exacta? Lamentablemente, de mi época de aprendiz de historiadora me quedó claro
que la exactitud en una ciencia inexacta.
Vladimir Kush. Molinos.
Una gran amiga me recomendó hace ya algún tiempo, anotar al
despertarme cada sueño. Yo, que soy de arranques, lo hice dos días seguidos,
pero describir cada sensación, cada detalle, era un poco absorbente y realmente
no me ayudaba a analizar mejor lo soñado.
Hoy me he despertado con una sensación de desconcierto
abrumadora. Mi sueño consistía en un aula, en la que me incluía yo, con un
examen sorpresa sobre la Revolución Rusa de 1917, ¡puesto por mi profesora de
chino! La cual andaba bastante cabreada conmigo porque no podía responder a las
preguntas y pretendía entregar el folio en blanco. No era precisamente el tipo
de examen que se pueda esperar en una clase de idiomas. Por otro lado, me
sentía algo traicionada, pues nadie me había avisado de la prueba. Sin embargo,
sabía que podía contestar a las preguntas, pero como no había estudiado, sentía
que no podía hacerlo realmente. En fin, que he concluido que debería de empezar
a estudiar el examen que tengo de chino, esta vez de verdad, para finales de
este mes. Por desgracia, no siempre son tan “simples” de interpretar los
sueños.
Sin embargo, mis conexiones neuronales algo maltrechas me han
llevado entonces a pensar en el Mundo Onírico (supongo que porque los sueños
tienen parte de realismo, pero también dosis de fantasía…) y me adentro en el
fascinante agujero sin fondo que es internet, ávida de información. Allí encuentro
un mini relato (que me perdone el autor, pero no he conseguido encontrarlo para
citarlo) que comparto aquí con algunas correcciones:
- ¡Que extraño! -dijo la muchacha avanzando con cautela-. ¡Que puerta tan pesada!
La tocó, y al hacerlo se cerró de pronto con un golpe seco.
-¡Dios mío! -dijo el hombre- Creo que no tiene picaporte en el lado de dentro. ¡Nos han encerrado a los dos!
- A los dos no. A uno solo -dijo la muchacha.
Pasó entonces a través de la puerta y desapareció.
Soñar con fantasmas o entes etéreos propios y ajenos, no es nuevo para mí. De hecho, cuando lo hago siento mucha paz y cuando los fantasmas desaparecen de mis sueños y al fin me despierto, mi descanso suele ser más reparador que otras veces.
Pues eso, que desaparezco a ver si de verdad me pongo a
estudiar. Más que nada porque en mi cabeza resuenan las palabras dispersa y ‘vaguncia’.
Poema del día:
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
La vida es sueño. Calderón de la Barca.
Canción del día.
Joaquín Sabína. Por el boulevard de los sueños rotos. Para otro gran Joaquín que me llegó al corazón y está tan enamorado de México como lo estaba Chavela Vargas.
Los sueños son anhelos del alma desquiciada, de una voz interior que nos resuena cada vez más explosiva. Aquellos fantasmas viakeros del tiempo, que teaspasan fronteras nos avisan, nos reclaman para las misiones mas extraordinarias, que es la de desarrollarnos en todo nuestro ser. Por eso agradezco todo lo que me dan...
ResponderEliminarEspero que sigas teniendo esa necesidad de contar deseos, sueños porque segira habiendo rubias como yo que te leeran con mucho gusto!! Gracias por este regalo