lunes, 24 de marzo de 2014

Calcetines de lana.

  Doña Paquita era una virtuosa de los trabajos manuales, en el amplio sentido del término. Ya peinaba canas y vista cansada, pero sus manos siempre habían sostenido una aguja o en su defecto, moldes de costura: bufandas, guantes, gorros de bebé y adulto, calcetines, condones –a pesar de que no desempeñaran muy bien su cometido, a la vista de los once vástagos con los que contaba, todos con excelente salud y lozanía-, tapetes, manoplas… nada se le resistía. Nada, excepto su marido, un toro bravo “picha brava” como decía ella, que bastaba con que se le cayera el ovillo de lana al suelo y agacharse a recogerlo, para activar un oculto resorte que en Manolín era automático y siempre se encontraba dispuesto para la acción.

  A Dios gracias, que solo se activaba con ella, pero aun así era un suplicio solo pensar en que la acechara por ejemplo, al ordeñar las cabras. Bastaba con que se inclinara para empezar la labor, con el esfuerzo y el calor del verano era cuestión de tiempo que una diminuta gota de sudor le recorriera la mejilla, para que su Manolín saliera de la nada, recobrara un renovado brío y vuelta a empezar. No se explicaba como en un cuerpo tan enjuto, cabía tanta pasión escondida.

  ¡Qué hombre!... recién casados lo disfrutó con alegría y entrega, pero pasado ese tiempo, cuando comenzó a enlazar un embarazo tras otro, le empezó a fastidiar la fogosidad inagotable que desprendía. Ingenua de ella pensó que los condones de lana tendrían algún efecto. Bien apretado el punto y bien grueso el ovillo…. Nada, los espermatozoides eran tan lanzados como Manolín. 

  Pasados los años, una tarde de verano sureño, se encontraba en el poyete de la entrada de su cortijo, haciendo un primoroso cuadro de querubines en punto de cruz para un nieto que le venía en camino, uno de tantos, ya había perdido la cuenta y los nombres, tanto daba, al menos tendría un detalle con el bebé. Dentro, los nietos de su hijo Agustín despertaban de la siesta: Melita y Antonio. Sus padres estaban en el hospital para recibir a la pequeña Rosita, la destinataria de los querubines que brotaban de las manos de la abuela Paquita. Su marido Manolín, ya festejaba la buena nueva con los amigotes en la tasca del pueblo.

  Los pequeños despertaron con cabellos eléctricos y lagañas interminables. Se desperezaron, un poco de saliva para despejar la vista y se atusaron con desgana el pelo rebelde. En silencio subieron a la cámara de la vieja casona. Habían acordado por la mañana que el momento más propicio para hacer una incursión a aquella isla del tesoro, era después de la siesta, cuando la abuela estaría ocupada con el punto de cruz y sus padres estarían inmersos en epidurales, camas de hospital y fluidos corporales.

  Subieron de puntillas, se tambaleaban mientras reían nerviosos solo de pensar en la aventura que estaba a punto de comenzar, una excitación mezcla de prohibición y diversión. Aquella habitación era un lugar maravilloso para sus mentes inquietas de mundos imaginarios por inventar. Baúles repletos de ropas antiguas y disfraces que sus primos habían ido desechando allí, muebles antiguos, aperos de labranza, camas majestuosas de hierro forjado, cunas de madera solitarias, retratos de otros tiempos, tebeos del Capitán Trueno… todo convivía en un desorden completamente organizado dentro de los esquemas vitales de aquella casa, tan caótica y con una reglas tan claras a un mismo tiempo.

    Su botín favorito se encontraba dentro de los baúles, miles de ropas de diferentes tallas y formas, así como disfraces, que palpitaban a la espera de ser despertados. Se decidieron por el baúl viejo y grande de la esquina, oculto tras una espuerta y esparto que el abuelo usaba para hacer cestos y lámparas, que más tarde vendería en la tienda de artesanías de sus padres en la ciudad. Con dificultad consiguieron abrir aquel armazón que rezumaba olor a naftalina. Melita vió ropita de bebé y calcetines de varios colores de lana con unas formas pequeñas y alargadas, pero curiosamente ninguno era del mismo color, parecía como si ninguno fuera el compañero de otro. Todos desparejados. Decidió jugar a las casitas y que esos calcetines tan raros le sirvieran de manoplas para el horno que acababa de inventarse, justo encima del tocadiscos que se encontraba en la otra esquina de la habitación.

  Estaba discutiendo con su hermano las ventajas de jugar a papás y mamás en la cámara, cuando la abuela Paquita asomó la nariz con aire fatigado, resoplando maldiciones entre dientes.

-         ¿Qué hacéis niños? Os tengo dicho que no subáis aquí solos. ¡Niña, que haces! – a Paquita casi le da un infarto al ver la manitas de su nieta Melita dentro de los condones de lana que guardaba primorosamente en el baúl de latón y madera, regalo de bodas de sus suegros.

-         ¿Qué pasa abuela? Estas muy pálida –señaló la pequeña, llena de pura inocencia.

-        ¡Quítate eso ahora mismo!, ¡no es para que lo usen los niños! Son cosas de adultos y no me repliques que nos conocemos –aseveró tajante la abuela.

   Años más tarde, Melita recordaría aquella anécdota comprando su primera caja de condones, y le dio tal ataque de risa que tuvo que salir del establecimiento apresuradamenbte. Irremediablemente, tuvo que comprarlos en la máquina expendedora del exterior, ante la expresión inquisitiva del farmacéutico y las clientas octogenarias que no le quitaban ojo.


Fuente de la foto cornflakesgirl.
¡Feliz semana!


Eva Capel

sábado, 15 de marzo de 2014

Casa Museo Federico García Lorca en Valderrubio y última parada Lorquiana.

Después de el Museo Casa Natal de Federico García Lorca en Fuente Vaqueros y de la Huerta de San Vicente, solo quedaba hablar sobre la Casa Museo del poeta en Valderrubio. Me gustan todas, pero a esta le guardo un especial cariño.

Valderrubio se encuentra en el límite de la Vega de Granada y a cuatro kilómetros de Fuente Vaqueros, muy cerca de la otra casa familiar.

La familia realmente no tuvo una residencia permanente en la población; más bien su estancia se limitaba a los veranos y navidades a partir de 1907-1908, convirtiéndose en casa solariega[1]. La familia pasó los veranos en esta Casa hasta 1925[2], fecha en la que el padre de Federico compra la Huerta de los Mudos, llamada más tarde en honor a su esposa, Huerta de San Vicente[3].

En la cuadra de los bueyes se organizaban obras de teatro bajo la enérgica supervisión y participación de Lorca. También sería en esta Casa donde Manuel de Falla llegaría a tocar el piano en una de sus visitas[4].

Es bien sabido que la obra de Federico está marcada por los lugares donde habitó; de este modo define Francisco García Lorca, su hermano mayor, la dualidad entre las dos localidades cercanas que los vieron crecer a ambos:

Con la intención de caracterizar mejor el temperamento de nuestro pueblo natal, anticiparé que nosotros vivíamos en otro pueblo, hoy llamado Valderrubio, donde mi padre tenía tierras. No pueden darse dos pueblos de carácter más distinto: el último, más reconcentrado, más medido y menos alegre. Distante el uno del otro muy pocos kilómetros, y separados por la corriente del Cubillas, Valderrubio es un pueblo colindante con la Vega, pero construido ya en tierra de secano: pueblo sin fuente pública, “pueblo de pozos”. Sin dar una interpretación demasiado rigurosa a lo que voy a decir, La zapatera prodigiosa podría ser la proyección literaria del carácter de Fuente Vaqueros, y La casa de Bernarda Alba, la de Valderrubio[5].

Habitación del poeta en la Casa Museo de Federico García Lorca en Valderrubio, Diciembre 2010 (Foto: Eva Capel).

De este pasaje se pueden deducir varios matices importantes. Por un lado, hay que tener en cuenta que la población que llaman Valderrubio, hasta 1940 fue denominada Asquerosa y muy posiblemente a Lorca le daría vergüenza mencionarla -a quién no-, a pesar de las continuas referencias en su obra. Lo cierto es que es aquí donde se pueden observar no sólo numerosos recuerdos familiares, sino pasajes de sus obras como Romance de la luna, luna o La casa de Bernarda Alba[6], que fueron escritas en aquella Casa que en la actualidad aún conserva el escritorio original del poeta; en el caso de ésta última obra, inspirada en la familia Alba, la vivienda aún se mantiene en pie, a duras penas,  muy cercana a la de la familia Lorca. 

Casa de Bernalda Alba. Valderrubio, Granada. Diciembre 2010 (Foto: Eva Capel)


Cuando la familia García Lorca emigra a los Estados Unidos, entre los años 1939 y 1951, la vivienda fue mantenida por los caseros; después y hasta que la vivienda se constituyó como Casa Museo, fue utilizada como un espacio común de la localidad. La cámara alta es la que más uso tuvo, con proyecciones de películas, organización de bailes para la juventud e incluso llegando a ser la sede de un partido político[7].

Aunque la intención de consagrar esta vivienda a la figura de Lorca se remonta en el pueblo a la década de 1970[8], lo cierto es que habrá que esperar al Centenario del nacimiento del poeta en 1998 para que finalmente se materialice la idea con la inauguración oficial de los Reyes de España -como siempre, fue debido a desavenencias políticas que no vienen al caso-.

En la actualidad, cuenta con un teatro que hace las veces de sala de exposiciones y, gracias a las donaciones de los vecinos y las subvenciones, se han podido introducir mejoras en las instalaciones y su recorrido. El inmueble se encuentra abierto en su totalidad a la visita pública.

Interior salón multiusos: teatro, sala de proyección y exposiciones temporales. Valderrubio, Granada. Diciembre 2010 (Foto: Eva Capel). 
Para quien desee visitarla, está abierta todo el año de martes a sábados de 10:00 a 14:00. El precio general es de 3 euros, pero es gratuita en casos de discapacidad o si se visita los siguientes días:

- 28 de Febrero (Día de Andalucía).
- 18 de Mayo (Día Internacional de los Museos).
- 27 de Septiembre (Día Internacional del Turismo).

Para más información y reservas de grupos, os recomiendo que visitéis su página web pinchando aquí. Llegar hasta ella no tiene pérdida, se ubica en la calle de la Iglesia. Además, el encargado de la conservación y guía de la Casa, Pepe -que espero siga encargándose de tal labor-, es podría decirse, un "hombre sabio de los de antes" que os hará la visita muy accesible y amena.

Si bien museísticamente, contiene elementos que podrían mejorarse, en general, las reconstrucciones son bastante aceptables. Lo que más me gustó sin duda, es que tanto la casa grande, la de la familia García Lorca, como la de los caseros, se encuentran accesibles a la visita en su totalidad, algo que no ocurre en las otras dos Casas Lorquianas.

Reconstrucción de una de las cámaras de la vivienda de los caseros. Diciembre 2010. (Foto: Eva Capel).

Espero que podáis tener la oportunidad de visitarla, ¡y que contéis que tal os ha parecido!

Si te ha gustado esta entrada, puede que te interese leer también:

-La Huerta de San Vicente y Lorca en mi memoria.
-Museo Casa Natal de Federico García Lorca en Fuente Vaqueros y un aniversario





[1]  REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Real Academia Española [en línea]. S.I: ca. 2007. Disponible en:    
     http://www.rae.es/rae.html [Consultado: 17 diciembre 2010]
     Casa solariega de recreo: La situada en el campo como lugar de descanso y distracción.
[2]  IDEAL. Daimuz. La ruina lorquiana.  Ideal.es [en línea]. Granada: 2 mayo 2006. Disponible en: http://www.ideal.es/granada/pg060502/prensa/noticias/Vivir/200605/02/ALM-SOC-066.html [Consultado: 1 marzo 2011].
[3]     POZO FELGUERA, Gabriel. Lorca. El último paseo. Granada: Editorial Almed, 2010.
[4]     PÉREZ RODRÍGUEZ, José. Entrevista realizada el 9 de diciembre de 2010 en la Casa Museo de Federico García Lorca en Valderrubio, Granada. Entrevistador: Eva Capel Gil.
[5]    GARCÍA LORCA, Francisco. Federico y su mundo. Madrid: Alianza Editorial, 1998. GARCÍA LORCA,
       FEDERICO. La casa de Bernarda Alba. Madrid: Alianza Editorial, 2008.
[6]    GARCÍA LORCA, Federico. La casa de Bernarda Alba. Madrid: Alianza Editorial, 2008. De hecho, a pocos metros de la Casa Museo, y aunque desgraciadamente muy descuidada, se encuentra la verdadera casa de Bernarda Alba.
[7]     PÉREZ RODRÍGUEZ, José. Entrevista realizada el 9 de diciembre de 2010 en la Casa Museo de Federico García Lorca en Valderrubio, Granada. Entrevistador: Eva Capel Gil.
[8]     PÉREZ RODRÍGUEZ, José. Entrevista realizada el 9 de diciembre de 2010 en la Casa Museo de Federico García Lorca en Valderrubio, Granada. Entrevistador: Eva Capel Gil.

Fuente principal: CAPEL GIL, Eva. "Las Casas Museo Lorquianas: análisis y propuestas para el futuro". Directora: Ana Yáñez Vega. Tesina. Universidad Complutense de Madrid, 2012.

sábado, 8 de marzo de 2014

Lentejas pardinas.

El sol brillaba en el horizonte, la primavera se olía en cada rincón de la ciudad. La brisa marina traía aires de estación nueva.

Madre seguía una escrupulosa rutina, donde casi nada quedaba al azar. Siempre creyó que los horarios eran importantes en la crianza de sus hijas. 

Acababa de recoger a la Pequeña del colegio y volvían a casa en el turismo familiar. Cuando bajaron del coche, no podían imaginarse el drama doméstico que se cernía sobre sus cabezas. La ignorancia es la base de la felicidad, dicen.

Se les unió la hija Mayor que esperaba en casa su llegada. Empezaron a comer. A esa hora cualquier cosa comestible les sabía a gloria celestial, pero por suerte había lentejas estofadas, con su chorizo criollo y sus verduras frescas de la tierra.

 - Mamá, tengo algo que decirte. Y no, no estoy embarazada -comenzó a hablar la Mayor. El gesto de Madre se paralizó, no podía creer lo que acababa de oír. No auguraba nada bueno.

 - ¿Qué pasa?, le has echado algo a las lentejas, ¿verdad?

 - Nooo, mamá, ¿cómo se te ocurre? -dijo su hija empezando a reír de manera nerviosa y compulsiva. Cuando lo hacía sus ojos se "achinaban".

 - ¡Claro!, ¿entonces por qué te ríes? -ironizó Madre.

 - Que noooooo mamáaa....-estalló en sonoras carcajadas la Mayor.

Madre empezaba a impacientarse y miraba con recelo el plato de lentejas que tenía ante sí. 

 - ¡Mamá!, ¡que tengo novio! Ya está, lo he dicho -sentenció al fin.

En ese momento, la cuchara de Madre salpicó como si lo hiciera un aspersor, llenando la cara de Pequeña de lentejas pardinas; entonces casi instantáneamente todas estallaron a reír ante una situación tan absurda -Madre, Pequeña y Mayor, no las lentejas pardinas, claro-.


¡Feliz fin de semana! Fuente: conmangaancha2


Eva Capel

martes, 4 de marzo de 2014

Fotografía Post Mortem: MEMENTO MORI (recuerda que eres mortal).

  Nota inicial: aunque pueda parecer un tema escabroso, he intentado eliminar cualquier rastro de datos innecesariamente macabros, tratando el tema   como un género fotográfico en sí mismo, el contexto en que nace y su pervivencia hasta nuestros días. Para ello, he prescindido de fotografías en toda la entrada, ya existen muchos artículos y blogs con un sinfín de testimonios gráficos; de hecho, al final dejaré unos pocos enlaces que me han servido de fuente de información para quien quiera saciar su curiosidad o morbosidad. Así mismo, he incluido también al final de la entrada, un vídeo que resume muy bien (aunque si por mí hubiera sido, la música hubiera sido otra) lo aquí expuesto someramente, apareciendo una pequeña muestra de este tipo de fotografía.
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    Mi primer "acercamiento" a la fotografía post mortem fue en el año 2002, gracias a la película de Amenábar, Los Otros. Fascinada, miedosa y alucinada… un estremecimiento recorrió todo mi cuerpo, hasta la campanilla sufrió espasmos, y sabéis de sobra que no soy de exagerar siempre. Pero como soy así de morbosa y masoquista, cuando descubrí que era una práctica generalizada que se popularizó en el siglo XIX y principios del XX, ya no hubo marcha atrás, quería saber más.


Los Otros (2001) de Alejandro Amenábar. Fuente: Youtube.

    Para ello, me remonté a los orígenes mismos de la fotografía, así supe que el daguerrotipo o daguerreotipo, se convirtió en el primer procedimiento fotográfico difundido oficialmente por Louis Daguerre en 1839, si bien, previamente Niépce consiguió obtener la primera imagen.

Primera fotografía permanente de Niepce. Imagen desde una ventana de Le Gras (1826). Fuente: Wikimedia.

     Nació así, uno de los inventos modernos que más han cambiado nuestra percepción del mundo, en un momento histórico de tránsito (si bien objetivamente, todo momento histórico puede ser considerado transitorio hacia otro u otros acontecimientos, obvia y pura lógica empírica podría decirse), hacia la sociedad industrial, caracterizada por innovaciones técnicas, posibles en gran medida, por descubrimientos previos. La filosofía positivista instaba a que se comprobara casi compulsivamente cada elemento de la Naturaleza. Además, la burguesía como clase social dominante, utilizará el retrato como forma de autorrepresentación, como lo hicieron con anterioridad la nobleza y realeza con los retratos pictóricos o escultóricos en épocas pasadas. Si antes la figura del pintor de cámara era un elemento imprescindible para ejecutar tales obras que inmortalizaran su poder económico, político y social; ahora será el fotógrafo el que se encargue de representar a la burguesía industrial y su posición preeminente, en un mundo cada vez más cambiante.

Trailer de la película Tiempos Modernos (1936) de Charles Chaplin. Fuente: Youtube.
Para quien quiera disfrutarla, pinchad aquí. 

     Al principio, el tiempo de exposición que se necesitaba para obtener una fotografía era extremadamente largo, llegando a necesitar varias horas, eso si tenemos en cuenta que debía ser un día soleado. Con el tiempo, se empezó a economizar tanto en los materiales empleados, como en los tiempos de exposición, haciendo más fácil un uso generalizado en la población. Si bien, las clases más pudientes no contaban con un álbum familiar, si podían “permitirse” de manera excepcional una o dos fotografías a lo largo de su existencia, para ello la familia al completo vestía sus mejores galas de domingo y festivos, puesto que era una ocasión especial que solo tendría lugar muy posiblemente, una vez en la vida. Esto se ve muy bien también en fotografías de la primera mitad del siglo XX. He visto fotografías de mis bisabuelos (que conservo gracias a la bendita digitalización), incluso de mis abuelos, en una posguerra española tan triste y gris que no hacía presagiar el uso generalizado y tan cotidiano de tomar una fotografía hasta de lo más insignificante como hoy día.


   Será en este contexto cuando aparecerá la fotografía post mortem, extendiéndose en poco tiempo. Hay que entender este tipo de fotografía en su contexto. En aquella época no se consideraba morboso, la muerte tenía otro significado mucho más romántico y sentimental, aun no era un tabú en el que se ha convertido en el mundo occidental, en nuestros días.


La percepción de la muerte.

     Al margen de técnicas y tipologías en este tipo de retratos, subyace algo importante a tener en cuenta para comprender este fenómeno como un género fotográfico en su contexto. Fotografiar al difunto ayuda a generar recuerdos del mismo, ayudando a su vez en el largo proceso de duelo. Teniendo en cuenta, que en la mayoría de los casos, el doliente (“el que se queda”), es el que encarga la fotografía del difunto, no tiene previamente ningún retrato de esa persona en vida, generando con esta última fotografía una dualidad contradictoria: generar el último recuerdo del difunto, y a la vez ayudar a asimilar su muerte, su pérdida. Es contradictorio, pero al fin y al cabo, humano: esa imagen ayuda a que el recuerdo del difunto siga viva, y a su vez, saber que la muerte es algo irrevocable y su realidad está ahí, para todos, como  nos lo recuerdan las coplas de Jorge Manrique por la muerte de su padre

   En ese afán tan humano de clasificar hasta las nubes (recordando viejos trabajos escolares que incluían pegamento de barra, algodón a granel y cartulinas azules, y los consiguientes dedos llenos de impaciencia y nubes pegajosas -fin de la tangente-), dentro de los retratos post mortem de carácter privado, puede decirse que existen tres tipos:

-          Simulando vida.
-          Simulando estar dormido.
-          Sin simular nada.

     Aunque se generalizó en Europa, será en América Latina donde esta práctica se hará muy común, especialmente en el caso de los niños, o “Angelitos” como son más comúnmente conocidos, y los más difíciles de contemplar, no solo por su realidad inherente, también por la teatralidad de muchas de estas fotografías, donde los pequeños suelen estar acompañados de su padres, e incluso hermanos, también infantes en la mayoría de los casos.

   También hubo retratos públicos, como por ejemplo en Argentina, en los inicios del fotoperiodismo, siendo el ejemplo más representativo el de Domingo Faustino Sarmiento.

    Para mantener a los difuntos en las posiciones deseadas, se empleaban cables rígidos que servían de guías para darles forma a brazos y piernas, estando el cuerpo sobre una base que sostenía caderas y cuello. En ocasiones, los ojos se pintaban o bien encima de los párpados del difunto, o una vez que se obtenía la instantánea, sobre el papel fotográfico. 

   Aunque ahora nos pueda parecer extraño, muchas de estas fotografías, servían para enviarlas en forma de postal a familiares y amigos que por distancia y tiempo, les era imposible asistir al velatorio y posterior entierro. Pasaban así a formar parte de los recuerdos familiares.



Una práctica fotográfica que aun perdura.   

   Pero quizá lo más inquietante de esta práctica, es descubrir que no se haya en desuso en la actualidad. Jamás desapareció, solo se modificó su significado y el modo en que son ejecutadas las fotografías. Actualmente, no se consideraría aceptable socialmente, como afirma Montse Morcate en su artículo Duelo y fotografía post-mortem. Contradicciones de una práctica vigente en el siglo XXI: "Los muertos desaparecen de la sociedad tanto física como psicológicamente. El único reducto reconocido y respetado de la muerte [...], en la actualidad es el cementerio, lugar que progresivamente se va transformando no ya en el lugar para recordar a nuestros difuntos sino en el lugar para abandonarlos y olvidarlos". Hoy día, la aceptación de la muerte es difícil de asimilar.

     Pese a la "censura" social y gracias en gran medida a la aparición de las cámaras digitales, la fotografía post mortem sigue practicándose, pero con un significado modificado como ya se ha dicho. Es una forma de asumir la realidad de la muerte y de la necesidad de prolongar el contacto con el fallecido, nuevamente esa doble dualidad contradictoria que antes se mencionaba. Podría entenderse como un pequeño rito íntimo, el cual será el último con el fallecido, y a su vez, constituye el principio de la pérdida. 

      Es muy curioso, como esta práctica está especialmente extendida en casos de muerte perinatal: "Y es aquí también donde su uso vuelve a vincularse directamente con la práctica en el pasado porque es en muchos casos la única fotografía que se dispondrá del recién nacido", Montse Morcate dixit.  Son decesos que socialmente no se admiten o reconocen los duelos. Esa negación del dolor hace especialmente más duro el duelo. Es por ello, que incluso existe personal médico que aprueba esta práctica , que admiten como importante para aceptar y superar el duelo ante la muerte. Hay padres que van más allá y narran la experiencia abriendo un blog que rinde tributo a su hijo muerto. Nuevas formas de aceptar la pérdida en la era digital.

     A continuación, el vídeo que prometí al principio de la entrada. Es sobre la fotografía post mortem más conocida, la que surgió en el siglo XIX y principios del XX. Hasta la próxima: 


Fotografías Post-mortem Memento mori Època Victoriana Carlos Sanz Oficial


Exposiciones actuales sobre fotografía post mortem:


- Si estáis en Madrid os puede interesar una exposición inaugurada hace poco en la Galería de Arte Rafael Pérez Hernando, titulada: "El retrato y la muerte. Historia de una colección de fotografías post-mortem", que estará entre el 6 de febrero al 29 de marzo. En su web incluyen el cátalogo de la misma. Información en web sobre la exposición aquí


Fuentes, artículos y blogs sobre el tema:

-http://www.blogodisea.com/2012/fotografias-post-mortem/arte/  (blog).

-http://es.scribd.com/doc/155178036/Art-Montse-Morcate-1 (artículo).
http://www.elmundo.es/cultura/2013/10/31/527158360ab740263e8b4572.html ('El retrato y la muerte' es la primera publicación sobre fotografía post mortem en España).
http://cuadernosdehistoriacultural.wordpress.com/2013/05/21/fotografia-postmortem-mecanismo-de-perpetuacion-del-rito-mortuorio/ (blog con el pdf del artículo de Juan Ignacio Cordero Pérez titulado: Fotografía Postmorem, mecanismo de perpetuación del rito mortuorio. Habla fundamentalmente sobre la fotografía post mortem infantil en Chile).
- Wikipedia.
- Youtube.





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